Para muchos un avión es un equivalente a conocer, abrirte, explorar y saborear nuevos rumbos. Para mí, viajar es sinónimo de familia.
Desde muy pequeña me acostumbré que un boleto de avión significaba ver esa parte de mi familia que extrañaba. Ese pequeño grupo de personas que ves tan poco y que en pocos días tienen el poder de darte sonrisas y las pilas que necesitabas para todo el año.
A veces viajar es un respiro (suspiro), salir de la rutina, conocer gente diferente y distintos modos de vida. De regalo uno siempre regresa, a) queriendo hacer un cambio en su vida ó b) queriendo y apreciando cada cosita de tu país más.
Sin embargo yo pasé esas experiencias hace muchos años, y ahora viajar para mí es algo viejo, con un nuevo enfoque. Subirse a un avión para mí es aclarar las idas, confirmar mis propósitos y metas. Es fortalecer lo que he perseguido tanto tiempo y cuando lo conseguí; todo se volvió nublado. Para mí viajar es equivalente es la oportunidad de confirmar, amar y relajarme con la gente que quiero.
Aquel viaje que no ha dejado huella en tu corazón jamás fue un viaje.
